lunes, 25 de abril de 2011

Oda a la Gordura y Crítica a lo Establecido



Me gustan los gordos. Sí, así de sopetón y gratuitamente. Y no me refiero al hecho de que tengan “tripita” o que no tengan cuadraditos. NO
Me refiero a hombres grandes, con tripa, con redondeces, obesos, gordos al fin y al cabo. Y a veces es una auténtica putada.
Empezamos con la “primera salida del armario” que, por supuesto, es la más fácil.
Cuando dices que eres homosexual todo el mundo da por hecho que, de la noche a la mañana, te convertirás en “el gay de Chueca”. En Castellano. Objetivamente: un hombre que se acuesta con otros hombres. Subjetivamente: un hombre que se acuesta con otros hombres; que le dedica veinticinco horas diarias a su cuerpo; siempre irás a la moda o marcando tendencias;  beberás cocteles de a mil euros la copa (porque claro, como eres gay estarás forrado) que entiende de moda, arte, estilo, cotilleos y cosas varias y que, en el mejor de los casos, trabajará de peluquero, decorador de interiores, periodista del corazón etc; y que la homosexualidad es el eje central de tu vida y de tu existencia. En definitiva… Tu mejor amiga con pene. Eso sí, de puertas para dentro serás todo lo anterior pero sin eufemismos y, por supuesto, serás promiscuo, montarás orgías día sí día también, tus colegas no podrán darte la espalda porque “les puedes petar el culo”; después de tener relaciones sexuales no podrás andar/sentarte/tendrás el culo como la bandera de Japón/como un bebedero de patos; y serás un enfermo que corrompe a la gente, que destrozas familias por poder casarte (hasta hoy día yo no conozco a nadie que se haya divorciado “porque existe el matrimonio homosexual”) pero bueno, gilipollas ha habido y habrá en todas las épocas y en todas partes. A parte, claro está, SOLO te atraerán físicamente los hombres escultóricos, de belleza greco-romana y tendrás tanta pluma como para sepultar tu casa en cojines.

ERROR

La gente se extraña cuando, después de llevar meses fuera del armario, sus perspectivas sobre ti y tu homosexualidad no se cumplen y se te echa en cara: “¿Pero tú no eras Gay?”; “Que poco estilo para ser homosexual”; “Podrías ser como todos los gays y vestir mejor”; “Tío, tú no eres gay, no tienes pluma” etc.
Como he dicho, esto es lo más fácil. Al fin y al cabo,  es tan simple como: Me gustan los tíos= Soy Gay. Amigo, pero ahora es cuando llegan los heteros (y el 90% de las mariconaslocas y sus derivados) y condimentan la fórmula con cuarenta mil aditivos y, como en el mundo culinario, se cargan la receta, que acaba sin gustarle a nadie.
A partir de aquí la dificultad se eleva un mil por cien cuando haces la segunda salida del armario (porque es toda una salida del armario, no nos engañemos) o la “salida de la cueva” en el mundo úrsido.
Porque ahora mismo está bien visto ser homosexual (quiero decir, no se te insulta por la calle o se te arresta como no hace mucho aunque, como dije antes, gilipollas hay en todas partes), pero está bien visto solo ser ESE tipo de gay, el que la sociedad considera como el único existente y el que gran parte  del movimiento Gay (ojo, la G, no el movimiento LGTB) considera como el únicamente válido. Todo lo que sea más allá de eso, caca.
Porque, claro, la sociedad ha impuesto unos cánones estéticos aceptables y óptimos y, cómo no, el mundo gay no iban a ser menos y los ha importado con un fervor casi religioso (es decir, el gay de chueca que he dije más arriba).
La cosa es tan fácil como que a mí, solo por los dos primeros párrafos que he escrito, se me consideraría algo fuera de la lógica, algo inconcebible e incomprensible. “¿Un gay al que le gustan los hombres de 100kg? Imposible, Dios mío, no me lo puedo creer.” “¿A qué persona, en su sano juicio podría gustarle ESO –hombres o mujeres-?” A mi.
Aunque, bueno, en ese aspecto coincido con la opinión de la mayoría de los hombres heterosexuales: Las Curvas son sexys. Aunque creo que su concepto de curva y el mío no es el mismo.
Es bastante curioso cuando vais por la calle un grupo de mariconas y te cruzas con el típico chico delgado, embotado en una camiseta XS cual morcilla de burgos y con unos vaqueros pitillo rotos por las rodillas que tienen más de pitillera que de pantalón. Automáticamente todo el grupo se girará y comenzarán a salivar peligrosamente como perras de caza en celo. Ahora, cuando te encuentras con un chico (o no tan chico) entrado en carnes, con un buen culo que no abarcas ni con las dos manos, ay de ti como  se te ocurra comentar o seas muy descarado mirando. Automáticamente tendrás a N señoritas Rottenmeier con miradas inquisitivas que en décimas de segundo te bombardean con comentarios como: “Pues no se qué le ves”, “¿Pero cómo te puede gustar eso?”, “Por Dios, qué asco” y “Pero si no tiene ni por donde cogerlo”.
Analicemos por partes:
“Pues no se qué le ves”: Precisamente eso, que le veo, que no es como el chico-jamón york de antes que, muy bueno de frente, pero como lo pongas de perfil es tan delgado que lo pierdes de vista.
“¿Pero cómo te puede gustar eso?”: Pues, por lo mismo que el caso anterior, tú quédate con tu jamón york, completamente industrial y lleno de aditivos artificiales; yo me quedo con mi jamón serrano: grande, con grasita y completamente natural. Además, a todos nos gusta el jamón serrano ¿o no?
“Por Dios, qué asco”: Qué asco Tú, que te gustan los chicos que como te pongas un poco duro en la cama les partes el coxis y les desencajas las piernas a la primera embestida.
“Pero si no tiene ni por donde cogerlo”: Perdona, pero tengo mucho sitio de donde agarrar y más cuerpo del que disfrutar. No como esos que están tan sumamente depilados y musculados que mas que mariconas parecen MariKenes por el plasticazo que tienen por piel. O esos tan sumamente empapados en cremas antiarrugas e hidratantes que parecen pastillas de jabón porque van a salir disparados por poco que los cojas.
Si es que todo son ventajas: ¿Qué no se cuidan? En vez de pasarse media vida en el gimnasio o intentando ocultar lo inocultable, pasan el tempo contigo; ¿Qué eso no es belleza? No, lo que pasa es que sois unos superficiales.
Esto parece que ha generado una “élite homosexual” de la que los Osos no formamos parte o que se nos considera “Gays de segunda”. Y uno se cansa de tener que soportar comentarios y coñas . Perdonad que os diga. Creo que a todos nos gustan los rabos por igual, sí, es muy crudo y esto parece un escupitajo a la cara, pero un rabo es un rabo, y maricones lo somos todos.